viernes, 15 de junio de 2012

Mar de peces


Entraste en mi corazón sin permiso, sin molestarte a preguntar si quería que entrases, entraste sin más, sin llamar a la puerta, entraste como pájaro en su nido.
No te molestaste en pensar que consecuencias traería que tu entrases. Que más da? Es más fácil que salgas ganando tu, almenos, eso pensaste tú. Pero te equivocaste, los dos perdimos, si, ninguno de los dos quería la derrota, ambos queríamos la victoria o que simplemente el partido no acabase. Pero acabó, como toda historia tiene su final. Y ahora que ha pasado con nosotros? Somos como desconocidos íntimos. Al vernos sentimos lo mismo por dentro, el mismo gusano que te va recorriendo cada parte de tu alma, el miedo. El miedo de apodera de nosotros. No, no, no, no, eso nos decimos cuando en verdad sólo estamos deseando que el otro se trague el orgullo, pero no, nunca pasa. Ambos sabemos que sería lo mejor para los dos, pero ninguno de los dos es lo suficientemente valiente. Pero, ¿porqué? antes todo era fácil, una simple sonrisa nos bastaba pero ahora? ahora pedimos la luna! Esperamos demasiado el uno del otro y no, no puede ser. Pero tanto tú como yo sabemos que esta vela nunca se apagará, que este pez seguirá nadando y que ese pescador siempre sabrá que nunca habrá otro pescador capaz de pescar ese pez como lo hiciste tú. Pero tengo miedo de que mi mirada se pierda en tu sonrisa, de que tus palabras lleguen como sangre al corazón, tengo miedo de que mi alma forme parte de la tuya, tengo miedo de que mi cuerpo se aferre a ti y no quiera salir, tengo miedo de que al pescar te equivoques y pesques el pez equivocado.
No te arrepientas después de lo que has elegido. Estoy segura que hagas lo que hagas sabrás que consecuencias tiene y si te arrepientes a lo mejor es demasiado tarde para cambiar de océano.


Vive pero deja vivir

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