sábado, 4 de agosto de 2018

DEJA QUE SEA YO QUIEN TE SALVE

El sol empieza a caerse mientras la noche se abre paso. Nunca se me había pasado el tiempo tan rápido en mi vida. Parece que las horas sean carreras de velocidad contigo. Pero a la vez, cuando te miro, el tiempo se para, todo deja de existir. Todo lo que creía que no tenía sentido pasa a tenerlo, y dejo de sentirme perdida porque me encuentro en tus ojos. Cuando te miro sé lo que quiero, no dudo, no tengo miedo, sólo dejo que me salves. Ojalá todo se resumiese en mirarte. Pero no es así.
Y aquí estamos. Esperándonos. Deseando amarnos. Alejando el querernos. Nunca había sido tan difícil amar. Nunca había querido a alguien así, duele pero me hace feliz, y siento que es todo lo que necesito. 
Y aquí estamos, uno delante del otro, mirándonos, haciendo que el mundo deje de girar, dejando que el brillo de nuestros ojos haga magia. Enamorándome de ti. Y alejándote. Incapaz de decir nada. Esperando un milagro que sé que no llegará. Sabiendo que todo depende de mí. Y convencida de que estoy haciendo lo mejor para él. Arriesgando lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo, consciente de que puedo ganar todo o quedarme en nada. Pero tranquila porque sé que es lo mejor. 
- No te vayas - me susurra. Y un nudo sea me hizo en el pecho, sé que no puedo mirarle (no soy tan fuerte como parezco), si lo hago le besaría y eso todavía le haría más daño. Tengo que ser fuerte (me repito), por él, por nosotros, y seguir firmemente con mi decisión de dejarlo aquí (por ahora). 
+ Es lo que quiero. - consigo pronunciar. Miento. Claro que no quiero. ¿Cómo iba a poder estar sin él?. Cambio rápido el pensamiento, no puedo permitirme pensar así. Recuerda el por qué lo haces Natalia. Recuerda que es lo mejor para él. Y me convenzo. 
- Mírame a los ojos, dime que me vaya y me iré. - insiste. Joder, cuando eres niño nadie te enseña a gestionar estas situaciones, nadie te da una solución a los sentimientos, nadie te advierte de lo difícil que es querer. Dejo mis pensamientos para otro momento. Me centro. Intento calmarme. Procuro que no se me salga el corazón del pecho. Trato de recuperar mi firmeza y le miro. ¡Malditos ojos verdes que van a volverme loca! (pienso). Vuelvo a centrarme.
+ Véte. Aléjate. Es lo que quiero. - repito con frágil seguridad. Y en el momento en que pronuncio la frase sé que algo en mí se ha roto, una parte de mí ha dejado de latir y se ha ido. Y sé que justo en este momento he perdido. 
- Vale. - me contesta con seriedad. Y en ese instante siento como mi mundo se desmorona y cae a mis pies. Y me quedo muda, incapaz de decir nada, sólo sintiendo el dolor. 
- Pero quiero que sepas que estás equivocándote, estás volviendo a decidir por mí, y sigues sin darte cuenta de las cosas. Pero lo haré si es eso lo que quieres. Ojalá algún día te des cuenta de todo lo que siento, y tú no estás dejándome disfrutar. -prosigue al ver que yo no podía pronunciar palabra. Y sus palabras se convierten en dardos ardientes que se clavan en mi corazón. Y siento que he perdido a la persona más increíble que he conocido jamás. Y que todo acaba de acabar. Que acabo de perderle. Pero sé que esto es por él, y sigo aferrándome a esa idea. 
+ Deja que sea yo ahora quien te salve. - respondo. Pero sé que eso ahora ya da igual, que nada de lo que diga va a poder reparar el daño que le he hecho. Así que agacho la cabeza y asiento. No puedo decir nada más. 
Me mira. Espera que cambie de opinión. Y yo no puedo mirarle, si cruzo mi mirada con la suya ahora mismo sé que le besaría y que no podría parar de hacerlo, pero no puedo. No es justo para nadie. No puedo jugar así con los sentimientos de la gente que quiero. Me freno. Contengo el impulso y no levanto la cabeza. Sin embargo, cojo su mano y la entrelazo con la mía. ¿Pueden encajar mejor? Observo la imagen. Intento memorizar cada detalle. Y guardo la imagen para mí, ya nadie puede quitarme eso. 
Quiero gritar. Quiero sentirme libre. Quiero poder querer. Quiero elegir vivir. Me resigno. Vuelvo a frenarme. De nuevo callo todo lo que no puedo decir. Y aprieto su mano con tanta fuerza como para que en ese mínimo contacto pueda sentir todo lo que siento, decir lo que no puedo decir con palabras. Y espero que lo haya sentido porque eso es lo único que me queda. 
Le suelto la mano. Ojalá no sea para siempre. Le miro. Le abrazo. Le susurro un "lleva cuidado", le beso la mejilla y me doy media vuelta. Le miro una última vez. Creo que no podré olvidar esos ojos en mi vida. Y antes de cometer una locura, me voy. Bajo las escaleras sintiendo sus ojos clavados en mí, esperando que me dé la vuelta y la cometa, pero no lo hago. Le quiero. Le quiero por encima de mí. Y aunque ahora no lo entienda. Sé que es lo único que puede salvarle. Y me voy. Me voy sabiendo que acabo de perder todo.

J.