lunes, 27 de octubre de 2014

¡ALLÁ VOY!

Y de repente llega ese día. 
Un día te levantas y miras a tu alrededor y te paras a pensar en lo mucho que han llegado a cambiar las cosas. Te planteas un montón de preguntas, de dudas, de remordimientos para los que no encuentras respuesta ni solución. Y llegas a la conclusión de qué sentido tiene todo lo que has recorrido. Dudas. Piensas si era esto lo que querías. Si las cosas están saliendo igual, peor o mejor de lo que esperabas, te alegras y te decepcionas. Sientes orgullo, pero no estás satisfecha. Algo está fallando. 
Ahora mismo puedo ver a aquellos niños jugar tranquilamente a baloncesto y me paro a pensar cuando lo hacía yo. Mis amigos, mi clase y lo unidos que durante un tiempo pudimos estar todos. Pero un soplo de viento que despeina mi enredado cabello provoca al mismo tiempo la aparición de un pensamiento y la desaparición del otro. Se acabó la nostalgia. Me trae de vuelta a la realidad. Una realidad que me hace darme cuenta que hace mucho que dejé todo aquello atrás. Hace tiempo que cambié esos juegos de niños por responsabilidades, esas horas de jugar por horas de estudio interminables, por esa vida social tan plena llena de energía y diversión por otra que me llena de una manera distinta, una más adulta. A veces me gustaría tener la vida de un niño, recobrar esa infancia irrecuperable y retomar mi inocencia. El mundo adulto agota, comporta responsabilidad, disciplina y mucho esfuerzo para alcanzar tus metas. Está lleno de prisas y de malas intenciones, está todo calculado al milímetro, tus días pasan a ser planificados desde que te levantas hasta que te acuestas, no hay lugar para la improvisación, para disfrutar de las pequeñas cosas que se nos brindan día a día (a no ser que entren en tu lista de rutina), básicamente tu vida se convierte en una espiral que está constantemente en movimiento, una rutina con la que no quieres convivir pero que no te queda otro remedio. 
Por eso a estas alturas me pregunto, ¿es esto lo que yo quiero? y sé que la respuesta es sí, sin dudarlo. Tal vez lo que me pasa es que tengo miedo, no quiero resignarme a vivir encarcelada en una vida de adulto, me aterra la idea, siento que estoy madurando y me asusta no ser capaz de controlarlo, de controlar mi vida
Pero sí, sí y sí. Estoy decidida a aventurarme a entrar en el mundo adulto, sin temores, sin arrepentimientos, sin melancolía de esa infancia feliz, sin inseguridades. Allá voy.


sábado, 4 de octubre de 2014

Todos nos merecemos una historia de amor.

- Lo siento, pero me he cansado de esperar, de ser paciente y tranquila, hacer que los días pasen y las oportunidades con ellos y no recibir nada a cambio. No puedo seguir así, no podemos. Tal vez me he equivocado desde un principio queriendo pensar que pasaría lo que nunca ha podido pasar, la culpa es mía por apostar por algo que creía que existía pero que jamás fue real. Nunca debí enamorarme de ti, ese ha sido el peor error que he podido cometer, tú no eras para mí, lo supe desde el primer día que intercambiamos palabras, ¿Cómo pude llegar a pensar que alguien como tú se iba a enamorar de alguien como yo? Es de locos. Por eso quise controlarme, lo prometo, no quería que esto llegase a pasar, al menos no de esta manera, no quería perderte, pero cuando se trata del corazón no hay nada que pueda frenarlo, absolutamente nada. Y aquí me tienes, derrochando amor por ti desde el primer día que te vi, sin poder evitar comerte con la mirada, deseando besar tu sonrisa y esta vez sí, intercambiar algo más que palabras. Y aprovecho ahora para decirte que te quiero, que te quiero con toda mi alma, y que daría todo por ti y tu felicidad, sea cual sea tu felicidad.. 
Y entonces los segundos pasaron, nadie se atrevía a intercambiar palabra, solo podían mirarse, ella con la esperanza de que pasase un milagro y se cumpliesen todos sus sueños, y él.. él estaba ausente, no podía dejar de mirarla, solo le importaba ella en ese momento, y fue ahí cuando dejó su corazón desnudo y sus sentimientos a la vista de todos..
- Será mejor que me vaya. Creo que por hoy ya he hecho bastante el ridículo.
Ella se había dado por vencida y prefería irse ahora con la cabeza bien alta antes de escuchar una respuesta que la dejase peor de lo que estaba, pero entonces... algo cambió.
+ Espera. 
- ¿Qué?
Él le dio la vuelta y la besó. Sin pensárselo dos veces lo hizo. Hizo lo que llevaba meses queriendo hacer pero que no supo verlo hasta ahora. Se fundieron en un cálido beso, mejor que los de las películas, mejor de lo que ella había soñado jamás, sus labios hablaron en nombre de su corazón. 
+ Perdóname si en algún momento he llegado a hacerte daño, hasta ahora no había visto todo lo que sentía por ti, algo dentro de mí me ha tenido ciego todo este tiempo, pero ahora, ahora que te tengo aquí, tan cerca, me doy cuenta que no quiero estar con nadie que no seas tú. 


miércoles, 1 de octubre de 2014

¿Me concedes este baile?

Esta será nuestra noche. Ven. Atrévete a bailar conmigo hoy y te aseguro que mañana no querrás hacer otra cosa. Permiteme concederte este baile, un baile que jamás olvidarás, en el que la música solo afecta a dos personas, tú y yo, acompañados de una noche mágica. Toma mi mano, deja que poco a poco tu melena se despeine, que tus pies se dejen llevar por el ritmo que dictamina mi corazón y que lentamente el tuyo se vaya uniendo al baile. 
Eres tan hermosa e imperfectamente perfecta que haces que un simple baile se convierta en algo inolvidable. Me encanta ver como te ríes cada vez que me pisas, la sonrisa cada vez que giras sobre ti misma dando una vuelta para llegar a mis brazos, unos brazos que jamás dejaran que te caigas por muy difícil que sea el paso que tengas que dar. Verte bailar es una de mis escenas favoritas, ver como todo tu cuerpo se mueve de esa forma tan elegante y sutil, tan limpia y perfecta, realmente pareces una princesa acabada de salir de su cuento solo para encontrar ese príncipe azul. 
Izquierda, derecha, al medio, adelante y atrás, vuelta y vuelta, da igual los pasos que hagas, hacia donde te muevas, tus pies siempre acaban trayéndote de vuelta a mis brazos. Nunca soltaré tu mano, jamás dejaré que eso ocurra. Tu y yo tendremos más que un infinito y más allá. Eres la princesa de nuestra historia, tu dulzura y bondad no la podré encontrar nunca en otros cuerpos, porque tú, tú eres la definición idónea de perfección. Tú eres todas las excepciones de la palabra imperfección, tú conviertes todo lo que tocas en algo especial y único... ¿Dónde voy a encontrar eso? Esa magia solo la posees tú.  Por eso te pido que este baile sea eterno, que nunca dejemos de bailar, por muy complicada que sea la coreografía, por muy cansados que estén nuestros pies, no dejes que encuentren otro camino que no te lleve a mis brazos.