viernes, 28 de septiembre de 2018

EL FINAL DEL DÍA

Y por fin mi momento favorito del día. Las últimas horas que marca el reloj, la noche, el silencio, tú y yo, nosotros. Da igual lo largo que haya sido el día, cuántas sonrisas de menos te hayas olvidado dibujar o cuántas veces de más te hayas quejado. Si la final del día lo único que necesito es abrazarme a ti y sentirme en paz. Amo que busques tu hueco en mi barriga y me pidas innumerables veces que te acaricie, y que si paro me pidas más, que tus ganas de mí no disminuyan sino que siempre vaya a más. Amo ver como tu respiración cada vez es más lenta y más tranquila, como tu piel se destensa y se relaja. Amo que tu subconsciente me busque hasta dormido, que me necesites, que necesites saber que estoy, porque estoy (y estaré), porque no me voy, porque me sitio está justo ahí, donde estés tú. Amo lo segura que me haces sentir, sin miedos, sin límites, sabiendo que eres tú, mi persona, la persona más increíble que he conocido, que te he encontrado, y que es para siempre.

sábado, 4 de agosto de 2018

DEJA QUE SEA YO QUIEN TE SALVE

El sol empieza a caerse mientras la noche se abre paso. Nunca se me había pasado el tiempo tan rápido en mi vida. Parece que las horas sean carreras de velocidad contigo. Pero a la vez, cuando te miro, el tiempo se para, todo deja de existir. Todo lo que creía que no tenía sentido pasa a tenerlo, y dejo de sentirme perdida porque me encuentro en tus ojos. Cuando te miro sé lo que quiero, no dudo, no tengo miedo, sólo dejo que me salves. Ojalá todo se resumiese en mirarte. Pero no es así.
Y aquí estamos. Esperándonos. Deseando amarnos. Alejando el querernos. Nunca había sido tan difícil amar. Nunca había querido a alguien así, duele pero me hace feliz, y siento que es todo lo que necesito. 
Y aquí estamos, uno delante del otro, mirándonos, haciendo que el mundo deje de girar, dejando que el brillo de nuestros ojos haga magia. Enamorándome de ti. Y alejándote. Incapaz de decir nada. Esperando un milagro que sé que no llegará. Sabiendo que todo depende de mí. Y convencida de que estoy haciendo lo mejor para él. Arriesgando lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo, consciente de que puedo ganar todo o quedarme en nada. Pero tranquila porque sé que es lo mejor. 
- No te vayas - me susurra. Y un nudo sea me hizo en el pecho, sé que no puedo mirarle (no soy tan fuerte como parezco), si lo hago le besaría y eso todavía le haría más daño. Tengo que ser fuerte (me repito), por él, por nosotros, y seguir firmemente con mi decisión de dejarlo aquí (por ahora). 
+ Es lo que quiero. - consigo pronunciar. Miento. Claro que no quiero. ¿Cómo iba a poder estar sin él?. Cambio rápido el pensamiento, no puedo permitirme pensar así. Recuerda el por qué lo haces Natalia. Recuerda que es lo mejor para él. Y me convenzo. 
- Mírame a los ojos, dime que me vaya y me iré. - insiste. Joder, cuando eres niño nadie te enseña a gestionar estas situaciones, nadie te da una solución a los sentimientos, nadie te advierte de lo difícil que es querer. Dejo mis pensamientos para otro momento. Me centro. Intento calmarme. Procuro que no se me salga el corazón del pecho. Trato de recuperar mi firmeza y le miro. ¡Malditos ojos verdes que van a volverme loca! (pienso). Vuelvo a centrarme.
+ Véte. Aléjate. Es lo que quiero. - repito con frágil seguridad. Y en el momento en que pronuncio la frase sé que algo en mí se ha roto, una parte de mí ha dejado de latir y se ha ido. Y sé que justo en este momento he perdido. 
- Vale. - me contesta con seriedad. Y en ese instante siento como mi mundo se desmorona y cae a mis pies. Y me quedo muda, incapaz de decir nada, sólo sintiendo el dolor. 
- Pero quiero que sepas que estás equivocándote, estás volviendo a decidir por mí, y sigues sin darte cuenta de las cosas. Pero lo haré si es eso lo que quieres. Ojalá algún día te des cuenta de todo lo que siento, y tú no estás dejándome disfrutar. -prosigue al ver que yo no podía pronunciar palabra. Y sus palabras se convierten en dardos ardientes que se clavan en mi corazón. Y siento que he perdido a la persona más increíble que he conocido jamás. Y que todo acaba de acabar. Que acabo de perderle. Pero sé que esto es por él, y sigo aferrándome a esa idea. 
+ Deja que sea yo ahora quien te salve. - respondo. Pero sé que eso ahora ya da igual, que nada de lo que diga va a poder reparar el daño que le he hecho. Así que agacho la cabeza y asiento. No puedo decir nada más. 
Me mira. Espera que cambie de opinión. Y yo no puedo mirarle, si cruzo mi mirada con la suya ahora mismo sé que le besaría y que no podría parar de hacerlo, pero no puedo. No es justo para nadie. No puedo jugar así con los sentimientos de la gente que quiero. Me freno. Contengo el impulso y no levanto la cabeza. Sin embargo, cojo su mano y la entrelazo con la mía. ¿Pueden encajar mejor? Observo la imagen. Intento memorizar cada detalle. Y guardo la imagen para mí, ya nadie puede quitarme eso. 
Quiero gritar. Quiero sentirme libre. Quiero poder querer. Quiero elegir vivir. Me resigno. Vuelvo a frenarme. De nuevo callo todo lo que no puedo decir. Y aprieto su mano con tanta fuerza como para que en ese mínimo contacto pueda sentir todo lo que siento, decir lo que no puedo decir con palabras. Y espero que lo haya sentido porque eso es lo único que me queda. 
Le suelto la mano. Ojalá no sea para siempre. Le miro. Le abrazo. Le susurro un "lleva cuidado", le beso la mejilla y me doy media vuelta. Le miro una última vez. Creo que no podré olvidar esos ojos en mi vida. Y antes de cometer una locura, me voy. Bajo las escaleras sintiendo sus ojos clavados en mí, esperando que me dé la vuelta y la cometa, pero no lo hago. Le quiero. Le quiero por encima de mí. Y aunque ahora no lo entienda. Sé que es lo único que puede salvarle. Y me voy. Me voy sabiendo que acabo de perder todo.

J.

jueves, 5 de julio de 2018

YA NUNCA MÁS.

Estás sin estar. Te vas y no regresas pero para mí vuelves en cada esquina. Te alejas, huyes, pero recuerdas. Duele, sientes y quieres, pero se acaba. Nunca es para mí el para siempre. Nunca son suficientes mis besos. Mi sonrisa nunca cicatrizó tus heridas. Siempre quieres más. Y aunque me gustaría poder dártelo, ya no hay más para ti. 
Se acabaron los ruegos, las súplicas y el ir detrás de ti. ¿Quieres algo? Pídemelo. ¿Quieres verme? Ven. Pero no esperes que sea yo la que vaya porque eso terminó. Me libero de ti. Me libero de tus forzados "te quiero", de tus sonrisas, de tus abrazos, de ti. Hoy decido apostar por mí. Y tú ya no entras en mis reglas del juego, ahora soy yo quien las pone, soy yo quién decide cómo acaba el partido. Sin prórrogas ni falsas promesas en la tanda de penaltis. Pudimos ganar juntos, pero eso era demasiado compromiso para ti. Silbido final. Preferiste cambiar un "para siempre" por un "nunca". Bienvenidos al "ya nunca más". Yo gano.

J.

lunes, 2 de julio de 2018

EL AMOR

El amor. Cuatro letras capaces de mover el mundo, hacer magia y destruirlo todo a la vez. Se presenta sin avisar, sin cita previa ni pedir permiso, se apodera de ti y te hace sentir la persona más fuerte y vulnerable. Empieza la ilusión, los sueños, el dolor, y el miedo. Te sientes frágil cuando esta delante  esa persona, porque sabes que es ella la que puede hacerte vibrar o romperte en mil pedazos. Miedo a perder, miedo a sufrir, miedo a que haya un final sin ni siquiera tener un principio. Y sé lo que es. 
El amor lo encuentro cada día en la purpurina de tu mirada. El amor es aquel que sobrevive a la muerte de las mariposas. El amor es lanzarte a un abismo si ni siquiera pestañear. Es entregarse, dar todo y más. El amor lo siento cada vez que mi mano roza la tuya y siento que podría desmayarme ahí mismo, el cosquilleo que recorre todo mi cuerpo es la mejor explicación a lo que siento. Cuando me miras veo el universo en tus ojos, y siento lo chiquitita que soy para un sentimiento tan grande que me desborda, que me pide más y me suplica que no te vayas. Es precisamente ese momento en el que tu mirada está clavada en la mía en el que siento que el mundo podría acabarse ahí mismo, me estremezco y siento que todo es posible a tu lado, que iría donde fuese, que haría cualquier cosa por verte sonreír una vez más. Y te desgarras. Te dejas la piel. Luchas. Y apuestas todas tus cartas por ella. Aun sabiendo que el amor es como una partida de ajedrez, que tiene siempre en jaque, y te arriesgas a que el final te haga una jaque mate. 

J.

jueves, 31 de mayo de 2018

SIEMPRE MAYO, SIEMPRE TÚ EN ÉL

Mayo. Siempre mayo. Siempre tú en él. Siempre tú en mí. Ojalá no recordar ese día, no recordar esas gotas de lluvia abrazándonos, siendo testigos de nuestro primer beso, de la inocencia de dos niños que a su manera, creían amar (y lo hacían). Sin saber que ese era el principio de una historia que tenía final. 
No puedo despedirme de ti sin escribir de él. Porque precisamente él es el culpable de que te tenga tanto cariño y tanto miedo, porque me recuerdas lo bueno y lo peor. Porque sigo siendo incapaz de pasar por esa esquina que un día pisamos juntos y no acordarme de él, de su risa, de lo que fuimos y no somos. 
Y aunque me reprima, aunque me obligue a mi misma a no hacerlo, siempre acabo escribiendo de ti y de él, porque todo nació allí, porque son mis raíces, y a pesar de que la mitad de los sueños de entonces hayan muerto en mis ramas, sois trocitos de mi vida, de mi historia, y siempre os deberé todo, sobretodo a él. Porque él hizo que tú fueses posible. Porque él descubrió esta parte de mí que para mí era desconocida, sacó la mejor versión de mí misma y la hizo poesía. Y aunque ahora, ya no leas estas letras desordenadas que tú empezaste a escribir, sigues formando parte de mi caos. Un caos que se acentúa cada mayo, cada tarde de lluvia y cuando paso a lo lejos, nos veo justo ahí, mirándonos, en esa esquina que esconde recuerdos, secretos y mil "te quiero". 
Pero como nuestro historia, mayo también se acaba, deja paso a otros cuentos en los que tú ya no eres protagonista, y que tengo que leer sola. Sin embargo, nunca consigo despedirme del todo, siempre vuelves, como mayo, ambos acabáis volviendo a mí, sin quererlo y sin que quieras, lo hacéis. Y yo, siempre acabo aquí, haciendo poesía con tu recuerdo, con el nosotros que no seremos y que siempre soñábamos ser. 

Lucas y Natalia. 
Natalia y Lucas.

J.

miércoles, 30 de mayo de 2018

SEIS AÑOS INTENTANDO ACARICIAR EL CIELO

Seis años después sigo viendo a esa niña sentada en el suelo, sin importarle que el viento le despeine el corazón, sumergida en recuerdos y mirando al cielo. Una parte de ella sigue todavía ahí sentada, intentando entender por qué, por qué te fuiste, y me dejaste aquí siendo todavía una niña que necesitaba a su abuela. 
Sin embargo, ya no es la que era. Nunca consiguió entender el "por qué", pero sí aprendió que no ibas a volver, y que ni ella ni nadie podía remediarlo. Por eso, se levantó, se llenó de valor y valentía y empezó a escribirte, a dibujar en letras lo que no podía decirte, a buscar las respuestas en una hoja en blanco, y así, salir adelante. Encontró la forma de expresar lo que su cabeza no podía callar.
Seis años después sigo pensándote, sintiéndote y recordándote, porque por muy lejos que estés todavía puedo escuchar tus palabras, tus consejos, tus lecciones de vida, sentir tus ojos llenos de luz sobre mí. Sigo haciéndote partícipe de mi vida. Te siento cerca, aunque no lo estés. 
Seis años después sigo aquí, con unas cuantas cicatrices de más, más daños a mi espalda de los que me gustaría, y menos abrazos de los que habría imaginado. Pero sin rendirme, valiente y fuerte, como a ti te hubiese gustado.
Seis años después sigo intentando hacer cosquillas a las nubes, porque sigo creyendo que haciéndolo estaré acariciándote. Y sí, probablemente parezca una tontería, pero continuo aferrándome a la idea de que podrás sentirlo. Por eso, pienso aferrarme a mis sueños, a mis metas y tocar el cielo. Por ti, por él, por todos los que estáis. 

Feliz cumpleaños yaya, 

J.

martes, 29 de mayo de 2018

SENTIR EL DOLOR

¿Cuántas veces nos habrán dicho que el tiempo lo cura todo? Probablemente esta frase la hayas escuchado más de una vez, y seguramente, tú también se la habrás pronunciado a alguien. ¿Pero realmente alguien se cree que el tiempo lo cura todo? 
¿Curar? No curamos, convivimos. Aprendemos a vivir con el enemigo, dejamos que el dolor nos acompañe creyendo que somos amigos. Sobrevives, dejas que una parte de ti deje de sentir lo que siente y camine. Haces todo lo posible para que sane, para  evitar que siga desgarrándote ese dolor, para autoconvencerte que todo cambiará, que seguirás y no dolerá. Y sí, sigues, per nunca cicatrizará.
Siempre hay algo que nos vuelve vulnerables, que nos abre la herida y sangra. Vuelves a sentir el dolor. No estás curado, era un parche temporal. Una canción, un perfume, una frase, siempre habrá algo que te lo recuerde. Que te recuerde lo que has perdido, lo que dolía y como lo escondiste bajo llave, sin saber que tarde o temprano algo iba a forzar la cerradura. 
No curamos. No olvidamos. Sobrevivimos porque hay que vivir. Ignoramos el dolor, pero sentimos. Sentimos la rabia, la ira, la impotencia de no poder hacer nada, sentir que se nos escapa de las manos, que no depende de ti. Que lo pierdes, que lo has perdido, y no hay vuelta atrás. 
Y lo mejor no es olvidarlo, es ser conscientes de la realidad, aceptar lo que has perdido y ya nunca volverá, tomar consciencia que habrá un antes y un después, que no volverás a ser nunca más la misma persona, que ya te has ido, y no hay marcha atrás. Convivir. Convivir con aquello que nos duele es lo que nos hace avanzar, e ignorarlo, sólo nos hace echar un paso atrás. 

Siente el dolor. Siente tus lágrimas derramarse por tus mejillas. Siente que sientes. Y que ese sentir sea lo que tire de ti.

J.

jueves, 24 de mayo de 2018

¿QUÉ QUIERO?

A todos nos llega "ese momento" en el que te planteas qué estás haciendo, qué quieres y cómo vas a conseguirlo. Y nos asusta preguntárnoslo, porque la mayoría de las veces, cuando te lo preguntas, es porque no tienes respuesta, porque si la tuvieses, no tendrías que preguntártelo. 

Lo más común al alcanzar este punto es cuestionarse cómo has llegado hasta aquí, cuáles eran tus objetivos iniciales y qué pretendías lograr con ellos. Muchas veces no lo recordamos, o lo recuerdas pero tú has cambiado, no eres la misma persona que tomó ayer la decisión. Tus objetivos, tus intereses, tus sentimientos, tu forma de ver la vida ha dado un giro de ciento ochenta grados. Y este giro ha puesto patas arriba todo a lo que aspirabas. 

¿Y qué es mejor? ¿Resignarse y seguir con aquello que pensabas entonces y así no decepcionar a nadie? ¿O arriesgarte, escucharte, y hacer lo que verdaderamente sientes que quieres ahora? Aunque eso implique que no a todo el mundo le contente. Esas preguntas me han costado meses responderlas, pero ahora lo tengo claro. Y creo que lo más coherente, responsable y justo para ti mismo es apostar por la segunda, aun siendo el camino más difícil.

Siempre he sido de aquellas personas que se ponen de parte del corazón cuando éste disputa batallas con la cabeza. Y no voy a negar que muchas veces me ha dado miedo seguirle a él en vez de a la razón, pero aquí estoy, una kamikaze de sentimientos. Y sí, he de reconocer que en alguna de estas ocasiones en las que me he arriesgado y he sido sido valiente apostando por lo menos seguro, no ha salido del todo como esperaba, pero no, no me arrepiento, volvería a hacerlo si eso me lleva hasta donde estoy hoy. 
Porque aunque haya salido como esperaba, nunca me he quedado con la duda, no he sentido insatisfacción, ni he seguido pensando en qué habría pasado si hubiese apostado por el corazón. Por eso, aun siendo la apuesta menos segura del mundo, creo que para uno mismo es lo más seguro que hay, porque cuando te acuestes, lo único que escucharás serán los latidos de tu corazón, y a pesar de que oigas los monólogos de tu cabeza y sientas que te harán estallar, puedes controlarlos, pero no te engañes, el cómo te sientes, sólo tiene un dueño y es el corazón. 

Y llegados a este punto, una vez nos damos cuenta que lo mejor es siempre guiarte por los sentimientos, porque son éstos mismos los que dominan cada decisión que tomas, entiendes que lo que te da miedo no es pasar página, no es cambiar de aires, ni siquiera es el qué dirán, sino que lo que te da pánico es pasarla y encontrarte la página en blanco. Porque cuando eso sucede nadie podrá escribirla por ti, serás tú el que el que decida como rellenarlas, qué color darles, qué escribir en ellas. Son tus decisiones. Tu vida. Y aunque la gente se empeñe en decirte cómo tienes que vivirla, sólo tú sabes cómo quieres vivirla.

J.

lunes, 21 de mayo de 2018

OJALÁ TENERNOS

Me gustaría saber parar. Tener el poder de frenar esto que siento cada vez que estás cerca mío, que te veo y me sonríes. Y yo, como una tonta, pensando que sonríes porque me has visto, pero no. Nunca es por mí, solamente es conmigo. Sólo soy esa chica a la que puedes recurrir, que sabes que siempre estará y no te fallará. Que permanecerá a tu lado pase lo que pase, estés como estés, y pese a quien le pese. Sólo soy esa chica que te hace sentir cómodo y con la que no necesita aparentar. Y aunque eso ya me parezca mucho, me sigue sabiendo a poco.

Nunca sabré darle las instrucciones correctas a mi corazón para que no se disparen las constantes cada vez que te veo. Nunca conseguiré mandar a mis piernas para que no tiemblen cuando te acercas a mí. Nunca podré controlar ese color rojo de las mejillas que aparece cuando me miras directamente a los ojos y tú siempre me recuerdas, porque son precisamente esos ojos los culpables que provocan que me pierda la mitad de lo que dices. 

Ojalá controlarme. Ojalá controlarte. O mejor dicho, ojalá no tener la necesidad de controlarme. 

Ojalá tenernos.

J.


miércoles, 16 de mayo de 2018

AMADA LITERATURA

Estamos llenos de tiempo
y no encuentro tiempo.
Vienes cuando me voy
estás cuando no estoy.

Ojalá ser tuya durante horas,
dejando que me pierda por tus veintisiete salidas.
Que me abrace tu calor
que sienta que estoy donde debo
que esté volviendo a casa.

Déjame un encontrarte,
déjame que te cuente,
hay tanto que explicarte,
que ya no puedo contenerme.

Siempre recurro a ti como un bote salvavidas,
y como si tuviese más vidas que un gato,
has hecho que flote en todas.

Quiero susurrarte por las noches,
que me arropes,
y me desmontes.

Porque tu siempre serás mi calma y mi quebradura,
mi válvula de escape y mi cordura,
porque sólo puedes ser tu,
mi amada literatura.


J.

martes, 24 de abril de 2018

ELIJO AMARTE

Yo elegí amarte…
Elegí tus sonrisas como lo primero que quiero ver al despertarme.
Elegí tu olor como mi aroma favorito. 
Elegí tus besos, tu voz y tus abrazos como el sitio en el quiero refugiarme.
Elegí que no quería otras manos agarradas a las mías. 
Elegí nuestro mes y nuestro día del año. 
Elegí que tú fueras mi locura y mi cordura. 
Elegí pasar contigo cada momento y darte todo lo que tenía, lo mejor de mí.
Elegí quedarme con tus manías y defectos.
Elegí derretirme únicamente con tus caricias.
Ante todo, te elegí a ti, y lo volvería a hacer mil veces más, y siempre será la mejor decisión de mi vida.
Eres lo mejor que me ha podido pasar, y te doy las gracias por estar cada día conmigo, a mi lado, cogiéndome de la mano.
Por eso me atrevo a decir que quiero estar contigo, no ahora ni un rato, ni siquiera varias horas, quiero estar contigo, así de simple, así de siempre. 
Porque tu sonrisa siempre salvará mi mundo. Tus brazos siempre harán que me sienta como en casa, por muy lejos que esté. Tus besos me harán sentir siempre la persona más querida del mundo. Tu amor será lo que me abrigue una noche fría de invierno. Y tu felicidad, será siempre la mía. 
Gracias por ser tú, y por hacerme sentir tan tuya cuando estoy contigo. Por crear un nosotros, y por regalarme un para siempre. Quédate conmigo, hoy, mañana y siempre.

J.

viernes, 9 de marzo de 2018

TROZOS SIN SENTIDO

Se cierra la puerta. Enciende el portátil. Suena Dani Martín. Hoja en blanco. Las teclas saben que ha llegado el momento de ser acariciadas. Corazón abierto. Y sentimientos que se desbordan por cada poro de su piel. Está sintiéndolo. Está sintiéndote. 
Ahí, en su mundo, sin que nadie la vea, no puede evitarlo. Deja que las lágrimas recorran su cara. Vacía su corazón. Deshace ese nudo que tenía y que no le dejaba avanzar, aunque sea por un día, para vivir un día sin su recuerdo, sin sentir que le quiere, que le necesita con ella y que no puede olvidarle. Sólo un día. Sabe que puede hacerlo, al menos así se convence, sólo falta que lo intente. Un día de libertad, de aire fresco, de quererse ella y no de que la quieras tú. 
Rompiste su corazón y dejaste que ella se rompiese con él. Y te fuiste, te desentendiste, y la dejaste. Te acojonaste. Porque para ti siempre será más fácil ir de cama en cama que enamorarte cada día de la misma persona. Huyes cuando ves que empiezas a sentir. Vienes para irte. Enamoras para después salir corriendo. Construyes y destruyes a tu antojo. Rompes ilusiones, y personas. Y desapareces.  

domingo, 18 de febrero de 2018

SIEMPRE TARDE


Tarde. Siempre tarde. Da igual lo pronto que me levante, el tiempo que esté preparando las cosas para ser puntual, por muchos plannings que me haga (y no cumpla), y por mil agendas o recordatorios que pueda tener por toda la casa, no importa, nunca llego a la hora. Quizás sea una desastre y no tenga remedio. Quizás no esté lista para llegar a tiempo. Quizás lo mío sea llegar a nada. 
Lo mismo pasó contigo, también llegué tarde a ti. No supe volver cuando debía, y cuando lo hice, fue tarde. Siempre tarde. 
Llegué impuntual a tu amor, me perdí el instante en el que sonreíste, desaparecí cuando más cerca te tenía, olvidé ir cinco minutos antes a por ti cuando me necesitabas, no supe ponerme la alarma media hora antes de que te fueses (para siempre). Y fue así como vi la forma en que se desvanecieron tus "te quiero" al llegar y cómo éstos se marchaban contigo, sin mí.
Cansado de esperarme, creyendo que estaría a tiempo, que por una vez sabría dónde tenía que estar y te salvaría. Esperando a que no hiciese falta que yo fuese puntual porque yo nunca me habría ido. 

Y no lo hice. Y me fui. Y no llegué a tiempo. 




martes, 13 de febrero de 2018

PERDERSE PARA ENCONTRARSE

Voy y vengo. A veces blanco y otras negro, nunca gris. Arriba y abajo. Dentro y fuera. Y podría seguir llenando estas letras de antónimos, y aún así sabría a poco. Posiblemente los contrastes, las idas y venidas, y los continuos cambios han sido lo que han marcado mi vida estos últimos dos años y medio. Y aunque no se hayan extinguido, he aprendido a controlarlos (o al menos eso creo). 

Sólo aquellos que no sabían ni dónde estaban, que vivían por vivir, y se levantaban cada mañana por pura rutina, sin sueños, sin esperanza, viendo la peor cara de la vida, sólo aquellos sabrán de lo que hablo. Es esa sensación de creer haber tocado fondo y darte cuenta de que siempre hay un escalón más abajo, que nunca estás en lo más hondo, sino que puedes caer más y que estás cayendo, y nadie puede frenarlo (sólo tú).

Todos tenemos un límite, y cuando llegamos sólo hay dos opciones obvias: rendirnos o seguir. Durante mucho tiempo yo fui de las que me rendí y me resigné a seguir, todo se me iba de las manos y la impotencia de no poder hacer nada me consumió; y viví por vivir, porque era lo que debía. Seguí con la vida porque era lo que tenía que hacer. Mi vida se basaba en "hacer las cosas porque debes", pero nunca porque quería, seguramente porque lo que yo quería jamás iba a poderlo tener de nuevo. Y así fue. Dejé de sentirme viva, de vivir por mí, de escribir, de tener sueños, de sonreír, de disfrutar de mi recién mayoría de edad. Tiré la toalla Y no sabría decir si me arrepiento o no; quizás si no lo hubiese vivido ahora no estaría aquí escribiendo esto, o quizás estaría aquí hace mucho, no lo sé. Esta es la realidad y así la cuento. 

Sientes que te ahogas, como si alguien o algo estuviese presionando tu pecho bien fuerte, sin dejarte respirar, sin poder moverte, dejando que poco a poco tengas menos fuerzas para luchar, hasta que no puedes más. Así me sentía yo. Y no sabía como conseguir que ese sentimiento cesase. Pero un día se fue. Aprendí a controlar el dolor, a controlar mis emociones, dejar de banda el constante sentimiento de culpa, comprendí que era lo que no debía hacer y por lo que quería seguir adelante. Y lo logré.

Me sentí estúpida por no haber tenido este punto de vista antes; pero había llegado, y todo lo que había vivido y sentido hasta ese momento fue lo que me hizo crecer y avanzar. Comprendiendo que no todo siempre sale como queremos. Que no podemos tenerlo todo perfectamente calculado, que hay cosas que no dependen de nosotros, pero sí el cómo las afrontamos; y aunque me haya costado tiempo entenderlo, ahora lo sé. Y por primera vez en años me siento bien conmigo misma, no dejo que las emociones me controlen y me superen, las canalizo de una forma que no me hagan perder quién soy, qué quiero y a dónde voy. Soy fuerte, y aunque hace un tiempo me creía la persona más débil del mundo y cobarde, ahora sé que puedo con esto y con mucho más, soy valiente por vivir lo que he vivido, por salir adelante como lo he hecho, y aunque suene arrogante, puedo alcanzar todo aquello que me proponga. Ahora ya nada me frenará.

Soy libre de mí misma, he dejado de ser esclava del dolor y ahora sé que puedo vivir. Y lo haré.

Ahora esta soy yo.



This is me - The greatest showman