miércoles, 31 de diciembre de 2014

Tu vida no tiene nada que envidiar a la de los demás.

Hay días en los que te sientes totalmente perdida, te da pereza levantarte de la cama, hablar, sonreír, llorar, no puedes ni si quiera mantener los ojos abiertos. Te sientes vacía, hueca e incluso desorientada. No sabes qué haces aquí, porqué estás aquí, no sabes cuál es tu "misión" en este mundo, porque en teoría todos venimos para aportar algo, pero yo aún no he descubierto el qué. No quieres hacer nada, solo cerrar los ojos e imaginarte el mundo que te gustaría vivir, la vida que te querrías tener, pero luego te arrepientes, piensas en la cantidad de cosas buenas que tienes a tu alrededor y no te das cuenta. Porque a veces padecemos ese problema, creemos no poseer nada, ambicionamos tenerlo todo, sin saber qué es ese todo, queremos lo que tienen los demás, envidiamos la vida de nuestros amigos, conocidos o de alguien que sale por la televisión, cuando realmente no sabemos si ellos tienen todo lo que tienes tú. Si ellos tiene el calor que te da a ti tu familia, si tienen amigos que darían la vida por ti, como tengo yo, que sabes que pase lo que pase estarán, que no te fallarán y que te harán fuerte. Porque son esas mismas personas las que te obligan a levantarte cuando el mundo te ha tumbado. Así que yo hoy brindo por ellas, brindo por la vida que tengo y brindo por la vida que me dan. A veces solo es necesario sentir la mano de tu mejor amiga en el hombro y ver que no estás sola. A veces basta con un beso en la frente de tu mejor amigo y sentir el calor de los que te quieren. A veces basta con el abrazo de tu madre, de tu padre o de tu hermana para ver que hay personas que están incondicionalmente. O a veces es todo más sencillo y simple, y te basta con el apoyo de alguien que acabas de conocer o que todavía no has conocido, a veces la vida se rige por las pequeñas cosas, por los pequeños gestos. Por eso si algún día te sientes así, déjate arropar por esas personas especiales, no envidies la vida de otros teniendo la tuya que es fabulosa, siéntete orgullosa y presume de ellos, como si tu vida fuese la mejor que hay en la tierra.                             






martes, 30 de diciembre de 2014

Todos tenemos nuestra segunda oportunidad

Perdónadme si hoy me siento con ganas de escribir y me hago pesada, pero es inevitable. 
Después de la entrada de hace un rato, ahora viene algo más positivo, creo. 

No os equivoquéis como yo me he equivocado, querer no es desvivirse por alguien, querer es dar lo mejor de ti a alguien. Ese fue mi problema, querer darte todo, nunca debí hacerlo, y más sabiendo el egoísmo que recibiría a cambio. Hay que ver lo ciegos que somos a veces, creemos tener un todo cuando en realidad no tenemos nada. Maldito juego el del amor. Y si me permites un consejo, no prometas nada que no puedas cumplir. No prometas un "para siempre" si ni si quiera tú sabes el significado y la responsabilidad que comporta ello. No prometas algo así como "tú siempre serás la única" si no tienes ni idea realmente de lo que quiere decir "única", porque verdaderamente todos somos únicos, diferentes, así que no le encuentro sentido a esas palabras manchadas de mentiras. 
Pero no todo puede ser malo. Cuando despides a alguien siempre queda una esperanza de que algún día vuelva a venir otra persona. Sí, a todos nos gusta vivir de ilusiones, viene a ser algo así como "cuando se cierra una puerta siempre queda una ventana abierta". A algunos les viene más rápido y a otros les tarda más, pero siempre llega. Y conocerte, ha sido el mejor postre para acabar este año. Sí, me atrevo a decir que mantienes una ilusión, sin saberlo, dentro de mí. No tengo prisa. Las prisas siempre me han jugado malas pasadas en mi vida, y por eso no voy a precipitarme esta vez, quiero hacerlo bien. Quiero disfrutar de cada momento que me brinde el tiempo para poder estar contigo, quiero reír y soñar a tu lado sin la necesidad de que nada nos mantenga atados o sumisos a una simple palabra que supuestamente define la relación entre dos personas "pareja". No es necesario, al menos no por ahora. No tengo la necesidad de comprometerme con nada ni nadie. Quiero saborear un poco de la libertad. Puede que también sea por respeto a otra persona, por una cuestión de principios morales que rigen muy fuertemente en mí y que he ido adquiriendo con el tiempo. Quién sabe. Solo sé que ponemos demasiadas etiquetas cuando realmente no es imprescindible. 
Así que si tú estás en una situación semejante, no sufras, todos acabamos saliendo de las sucias garras del desamor que tanto dolor nos produce, a veces. El dolor es relativo, al menos eso leí en un libro, todo depende de lo que entiendas tú por dolor. Lo que duele es desprenderse de alguien que supuestamente, vuelvo a repetir, fue "todo". 



Hasta siempre 2014

Hoy me he levantado con unas ganas inmensas de escribir, de escribirte, y te juro que he hecho todo lo posible para evitarlo, pero ya sabes como son estas cosas, incontrolables. 
Necesito decir que tengo miedo, miedo a que acabe este año y el que empiece sea peor, tengo miedo. Ciertamente, no sabría definir como ha sido este año, pero supongo que si tuviese que poner una palabra que lo definiese, diría intenso, intenso porque he vivido de todo, desde los mejores momentos a los peores que nunca antes podría haber llegado a imaginar. Acabé el 2013 pidiendo un deseo, solo uno, soplándole al 2014 todo lo malo del 2013 y con mis mejores deseos para el próximo, y tampoco puedo decir que no se haya cumplido del todo, pero en ese deseo han habido muchas brechas y heridas que no deberían haber sido así. Tal vez el texto que voy a escribir a continuación va a ser lo más íntimo que he escrito hasta ahora aquí y posiblemente nunca más volveré a desnudarme de esta manera, pero allá voy. 
"Me llamo Judith y mi padre tiene cáncer. Sí, así, sin más, sin tapujos, sin poner palabras que oculten o ablanden la situación, es así y así lo cuento. Me ha llevado nueve meses hablar de esta manera, atreverme a escribir sobre ello, tener la fuerza para sobrellevar de la mejor manera posible ésto, si es que alguna vez la he podido sobrellevar. Sin ninguna duda, este hecho ha sido lo que ha marcado y caracterizado este año, es cierto que me han pasado miles de cosas buenas, cosas que nunca pensé que sería capaz de conseguir, pero que así fueron, pero lo siento, lo siento si me equivoco al pensar que esto es lo más importante. Tal vez tú, que estás leyendo ésto no lo entiendas, yo a veces tampoco consigo entenderlo. Creo que solo personas que han pasado, o están pasando por esto al igual que yo pueden comprenderlo. No es fácil. No es fácil levantarte con miedo, con miedo al qué pasará, es esa incertidumbre, ese no saber, esa falta de respuestas, son todo interrogantes. Soy consciente de que la situación no es nada fácil y que probablemente esto tenga que llevarlo toda la vida conmigo, no sé si saldrá bien o si saldrá mal, o si simplemente saldrá. Pero lo que tengo claro es que voy a vivir cada momento, cada segundo como si fuese el último. 
¿Puedes llegar a imaginar lo difícil que es ver una persona que quieres sufrir? ¿Ver como no tiene ni fuerzas para levantarse de la cama algunos días? No es fácil, te lo aseguro. No es fácil ver como después de más de 12 sesiones de quimioterapia, de más de 6 meses luchando, aún no ha cambiado nada, ni para bien ni para mal, ver que lucha y que no consigue nada. Eso es difícil, eso te araña el alma, la impotencia de no poder hacer nada, de no tener la capacidad de solucionar, ver que se te escapa de las manos. Sólo puedes mantener la fe, la esperanza y transmitir cada día el positivismo que a veces a esa persona le falta, simplemente eso. Y esperar. Esperar que el tiempo de una respuesta a todo esto".
Y por eso tengo miedo a que empiece el 2015, miedo a que cambien las cosas, que empeoren, por eso llevo unos días con la extraña sensación de querer vivir encerrada en el 2014, como si eso fuese a protegerme de cualquier cosa que pudiese pasar, como si éste fuese intocable, inmortal e indoloro. Sé que no tiene nada que ver, que la vida no se mide por años, ni que los años dictaminan el curso de nuestra vida, pero aún así, tengo miedo, y supongo que es normal. Por eso te pido, no se bien bien a qué o a quién, pero que este 2015 este lleno de buenos recuerdos y que por una vez, todo salga bien. 


Hasta siempre. 

lunes, 1 de diciembre de 2014

Allá donde estés.

Y de repente.. oscureció. Poco a poco veía como se iban apagando las luces del vecindario, como la luna se iba apoderando de esta noche tan fría, y como las estrellas le hacían la más fiel compañía, en una de las cuales estabas tú. Cada vez había menos ruido, todo se iba enmudeciendo, todo, menos mis pensamientos. Unos pensamientos que no se centran en otra cosa desde que tú no estás. Noche tras noche te recuerdo, te siento y te anhelo. Por eso quiero que paren, tu ausencia es torturadora, ojalá pudieses estar aquí, ojalá. Maldito destino. Que difícil me lo pones a veces. Cada noche reitera el mismo sueño, el mismo que me lo da todo y después me deja sin nada, me devuelve de un soplo al mundo real, a un presente que es injusto sin ti. 
No puedo más. Noto como los ojos parpados se me caen derrotados tras un largo día, pero quiero mantenerme despierta, no quiero volver a vivir lo que vendrá ahora, otra vez no. Sería una brecha más en un corazón roto, ahora hace ya dos años, por favor, basta ya... Pero no puedo evitarlo. Caigo rendida, quedando a merced de mis sueños una noche más.
Y entonces te veo. Sentada en el mismo banco de siempre, con la misma ropa de siempre, y manteniendo la misma sonrisa que reinaba siempre en tu rostro y repartía vitalidad a la gente que te quería, aunque nunca llegué a decírtelo. Corro en búsqueda de encontrar un refugio entre tus brazos, un volverme a sentir como en casa, poder olerte y transportarme de nuevo a cuando estabas con nosotros. Dan tanta paz y seguridad..
-No te vayas -le pido.
-Nunca me he ido pequeña -me responde con esa voz tranquilizadora que solo una abuela puede ofrecer. 
-Hay tantas cosas que me gustaría que pudieses compartir con nosotros -digo casi entre lágrimas.
-Yo lo veo todo, os cuido, nunca he dejado ni dejaré de hacerlo -me aclara con una sonrisa. 
-Te echo de menos... -explico rompiendo a llorar... (una noche más).
-Y yo a vosotros. Pero tienes que entender que mi tiempo en esa vida ha terminado, y ahora os toca a vosotros seguir viviéndola por mí, haciendo lo que mejor sabéis hacer... ser vosotros mismos. Llegará el día que podremos reencontrarnos todos, cuanto más tarde mejor, pero yo no me voy a ir a ningún lado, os estaré esperando. -afirma con una seguridad espeluznante, que hace que me crea cada palabra.
-Y ahora no llores, sonríe, porque tienes una sonrisa preciosa, sal ahí y cómete el mundo.-repite sin que yo fuese capaz de decir absolutamente nada.
-Abrázame antes de que mamá me despierte - le ruego.
Y nos quedamos allí, fundidas en un abrazo, un abrazo que solo podía obtener en sueños, con temor a despertarme y darme cuenta de que todo había sido ficticio y que ella ya no estaba aquí.
Y sucedió. Desperté. Corrí a la habitación de al lado a ver si ella estaba allí. Pero una vez más fallé. Una vez más había sido todo fruto de mi imaginación, un mero sueño, una simple apariencia de ella, un reflejo, un soplo de nostalgia.. Y así se resumían las noches, en vivir atrapada en un constante pasado, en un recuerdo que mata al alma, que agujerea cada parte de mi cuerpo, y un cúmulo de sentimientos que se mezclan. Impotencia, pena, tristeza, rabia, nostalgia, anhelo, injusticia, miles de calificativos que no se ordenar, un caos. Un desorden que me desordena las noches, las vuelve estremecedoras, que me tiene cogida, que me impide ir adelante. Quiero dejar de extrañarte de esta manera tan dolorosa. Arráncame este dolor.. pero no te despegues de mi yaya... Nunca. Ahora y siempre. Contigo, allá donde estés.