jueves, 31 de mayo de 2018

SIEMPRE MAYO, SIEMPRE TÚ EN ÉL

Mayo. Siempre mayo. Siempre tú en él. Siempre tú en mí. Ojalá no recordar ese día, no recordar esas gotas de lluvia abrazándonos, siendo testigos de nuestro primer beso, de la inocencia de dos niños que a su manera, creían amar (y lo hacían). Sin saber que ese era el principio de una historia que tenía final. 
No puedo despedirme de ti sin escribir de él. Porque precisamente él es el culpable de que te tenga tanto cariño y tanto miedo, porque me recuerdas lo bueno y lo peor. Porque sigo siendo incapaz de pasar por esa esquina que un día pisamos juntos y no acordarme de él, de su risa, de lo que fuimos y no somos. 
Y aunque me reprima, aunque me obligue a mi misma a no hacerlo, siempre acabo escribiendo de ti y de él, porque todo nació allí, porque son mis raíces, y a pesar de que la mitad de los sueños de entonces hayan muerto en mis ramas, sois trocitos de mi vida, de mi historia, y siempre os deberé todo, sobretodo a él. Porque él hizo que tú fueses posible. Porque él descubrió esta parte de mí que para mí era desconocida, sacó la mejor versión de mí misma y la hizo poesía. Y aunque ahora, ya no leas estas letras desordenadas que tú empezaste a escribir, sigues formando parte de mi caos. Un caos que se acentúa cada mayo, cada tarde de lluvia y cuando paso a lo lejos, nos veo justo ahí, mirándonos, en esa esquina que esconde recuerdos, secretos y mil "te quiero". 
Pero como nuestro historia, mayo también se acaba, deja paso a otros cuentos en los que tú ya no eres protagonista, y que tengo que leer sola. Sin embargo, nunca consigo despedirme del todo, siempre vuelves, como mayo, ambos acabáis volviendo a mí, sin quererlo y sin que quieras, lo hacéis. Y yo, siempre acabo aquí, haciendo poesía con tu recuerdo, con el nosotros que no seremos y que siempre soñábamos ser. 

Lucas y Natalia. 
Natalia y Lucas.

J.

No hay comentarios:

Publicar un comentario