miércoles, 30 de enero de 2013

Liberación, reflexión, relajación..

Después de un día con muchas sensaciones, algunas ya experimentadas en el pasado y otras que me resultaban totalmente desconocidas, no hay nada mejor que una buena ducha. Sí. Una ducha. Eso era lo que justamente ahora necesitaba después de este día tan extraño, cambiante, difícil y lleno de decisiones que marcarán mi presente y lo que es más importante, mi futuro. Un día donde he tenido que poner a prueba mi joven y desentrenada madurez adquirida en tan poco tiempo; poner en marcha un futuro a largo plazo.
Necesitaba esa ducha más que nada en el mundo así que en cuanto llegué a casa no dudé en que éso sería lo primero en mi lista de tareas.
Ya está. Por fin. Abrí el grifo justo en la temperatura adecuada, ni congelada ni ardiendo, una temperatura medianamente templada que se decantase más por el calor que por el frío. 
El calor me hacía sentir arropada, sentía un soplo de cariño que me protegía y que me hacía entender que nada podía salir mal. Digamos para entendernos que sería una especie de escudo a las tristezas o problemas.
El agua recorría cada parte de mi cuerpo, cada curva, era el recorrido más perfecto que he visto jamás, nunca había parado a observar el movimiento de las gotas de agua corriendo por ser las primeras en llegar a donde será su final. Esas infinitas gotas de agua que eran partícipes de esa carrera me abrazaban, me hacían sentir menos sola y más acompañada.
Al mismo tiempo miles de melodías luchaban en mi mente para ser cantadas, curiosamente cada día esa lista cambiaba, siempre dependían de mi estado de humor, siempre.
Una buena ducha es el mejor remedio para la tristeza, la agonía, la incertidumbre, el enfado, la rabia, la ira, el desamor... Es el espacio de máxima liberación, expresión, donde puedes reír, llorar, gritar e incluso cantar sin que nadie, absolutamente nadie pueda recriminartelo. Es tu momento y tu decides como vivirlo. Es tú antídoto para los problemas. Es un tiempo de evasión respecto a la monótona rutina. Es la ocasión perfecta para confesarte contigo mismo, para admitir verdades ocultas, para entenderte, para saber quién eres. Es la situación perfecta para fijarse en las pequeñas cosas que te ha dejado el día a día. Es el momento más íntimo, donde sólo eres tú y tu corazón. Un momento donde hay que dejar que el pensamiento fluya, que el corazón sienta, que tu cuerpo se relaje y se deje llevar y que por un rato puedas sentirte la persona más libre del mundo. 




PD: Ante todo quería deciros que perdón
el retraso, una vez más.. 

yyyyyyy... ¡FELIZ DÍA DE LA PAZ A TODOS!

Mañana aunque ya no esté allí
seguirá siendo uno de mis días 
favoritos del año. 
Cuando vosotros esteis cantando..
yo también lo estaré haciendo.

Conclusión del día: Puedes ser quien eres siempre que realmente quieras serlo.





2 comentarios:

  1. Me gustan tus conclusiones del día, están muy motivadoras. Y nada mejor que relajarse con una buena ducha y aprovechar el momento para reflexionar, pensar y descansar

    Saludos!! y cuídate

    ResponderEliminar
  2. un dia asi, con una ducha buena...genial!

    ResponderEliminar