Es ahora cuando me encuentro delante de
un papel en blanco esperando que algo o alguien lo llene, ya sea con unos meros
garabatos, un par de fotos, o unas palabras sueltas, descoordinadas, intentando
desahogar un corazón, que lo único que siente al ver esta hoja es impotencia.
Impotencia de no ser capaz de escribir algo que cobre sentido, que muestre una
mínima parte de los sentimientos que posee, algo, algo que le dé un respiro, de
una vez por todas.
Es entonces, cuando dejo que mis dedos
fluyan sobre cada una de las letras que están pidiendo auxilio, intentando así
formar algo que se acerque una pequeña parte de la realidad, de unas emociones
fatigadas que hace mucho tiempo que perdieron su norte, y que son incapaces de
lograr una manera con la cuál poder escapar, salir de una vez por todas. Y
cuando por fin se deciden a huir algo dentro de mi cambia por momentos, llámalo
latidos, llámalo alma, pero es algo realmente indescriptible. Es una sensación
efímera, es como un susurro de tu interior que intenta salir hacia fuera sin la
necesidad de pronunciar una palabra, un sonido, de mover tu boca. Simplemente,
es como si las palabras fueran recorriendo poco a poco tus venas, por todo tu
cuerpo, haciéndote revivir sensaciones que creías olvidadas, o que
sencillamente no sabías que tenías, es sentir que hay algo dentro, algo que está
gritando a voces salir, y tú lo consigues. Los dedos dejas que bailen en cada
una de las letras del teclado, dejas que poco a poco canten la melodía, una
canción al unísono que lentamente forman algo sólido, parecido a las
sensaciones, a los sentimientos con los que convives, es como si se
desprendiesen emociones por cada uno de los poros de tu piel, es como cuando la
lluvia cae y danza en cada uno de los charcos, salpica, y si cierras los ojos,
puedes escuchar su melodía, esto es lo mismo. Cierra los ojos, escucha que
tienes dentro, desorden, caos, que se convierte en historia cuando llega a la
punta de los dedos y empiezan a danzar, a danzar como la lluvia. Esa es la
sensación que hacía meses que había perdido, la misma que me había hecho estar
en cuarentena durante tanto tiempo, no la encontraba, era como si se hubiese
desprendido de mí. Las palabras se atragantaban, las letras eran incapaces de
formar una frase con sentido, con sentimiento, era como si hubiese huido de mi ellas
también, pero ahora he comprendido que no, que había sido yo la que había huido
de ellas. Porque a veces resulta difícil convivir con ellas, te hacen darte
cuenta de lo que realmente sientes, y eso a veces acojona, nos da miedo
descubrir lo que sentimos, y a mí me aterrorizaba. Pero hoy sé que nunca me
habías dejado sola, no podéis hacerlo, sois parte de mí, escribir es algo que
me acompaña desde hace unos años y ha sido mi válvula de escape cuando más lo
he necesitado, lo único que ha conseguido hacerme sentir bien, acompañada.
Escribir ha sido mi mejor medicina, y ahora, vuelvo a necesitarte más que
nunca. No voy a dejarte marchar, no voy a huir de ti, otra vez no.
Perdonad la extensión, lo necesitaba.
Está escrito muy lindo tu texto...me gusta y yo también pienso que escribir me ayuda y es como una medicina. Escribir te ayuda reflexionar sobre lo que pasó, observarlo de puntos de vista diferentes y encontrar poco a poco acerca de las palabras una solución...
ResponderEliminarsaludos,
maría
mucho no entienden lo importante que puede llegar a ser escribir simplemente lo que sientes y otros tantos si lo entienden y tu eres una de ellas que lo entiendes a la perfección y lo expresar preciosamente un beso te espero por mi blog te sigo
ResponderEliminarQue bonito escribes ;)) Un blog realmente conmovedor
ResponderEliminarUn besito desde http://modaconnosotras.blogspot.com.es/