Se cierra la puerta. Enciende el portátil. Suena Dani Martín. Hoja en blanco. Las teclas saben que ha llegado el momento de ser acariciadas. Corazón abierto. Y sentimientos que se desbordan por cada poro de su piel. Está sintiéndolo. Está sintiéndote.
Ahí, en su mundo, sin que nadie la vea, no puede evitarlo. Deja que las lágrimas recorran su cara. Vacía su corazón. Deshace ese nudo que tenía y que no le dejaba avanzar, aunque sea por un día, para vivir un día sin su recuerdo, sin sentir que le quiere, que le necesita con ella y que no puede olvidarle. Sólo un día. Sabe que puede hacerlo, al menos así se convence, sólo falta que lo intente. Un día de libertad, de aire fresco, de quererse ella y no de que la quieras tú.
Rompiste su corazón y dejaste que ella se rompiese con él. Y te fuiste, te desentendiste, y la dejaste. Te acojonaste. Porque para ti siempre será más fácil ir de cama en cama que enamorarte cada día de la misma persona. Huyes cuando ves que empiezas a sentir. Vienes para irte. Enamoras para después salir corriendo. Construyes y destruyes a tu antojo. Rompes ilusiones, y personas. Y desapareces.
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